¿Probaste con Hacer un Click?

¿No te pasa a veces que querés avanzar, y te sentís “estancado”? ¿Que

tenés un gran momento de “impulso espiritual,” pero con los días parece

que todo se normaliza, que volvés a la rutina y eso que habías disfrutado

tanto pareciera desaparecer? A mi sí, me pasó muchas veces. Y en esos

momentos me frustro, me decepciono de todo, empezando por mí. 

Y también, en ocasiones, de Dios. Porque siento que ya no me habla, que

eso tan bueno que viví fue solo un momento, un instante, pero mi vida

cotidiana sigue igual.

Pero una vez alguien me preguntó: ¿Probaste con hacer un click?

¿Por qué dudamos de nuestras experiencias y encuentros espirituales y no

de nuestro andar diarios, de nuestras acciones cotidianas? ¿Por qué estamos

dispuestos a minimizar esos momentos increíbles con Dios solo por que

luego de ellos volvemos a flaquear o fallar? Quizá deberíamos pensar un

poco más en la frase que dice “no pretendas obtener resultados diferentes

realizando una y otra vez las mismas acciones”… quizá deberíamos probar con “hacer un click”.

Podría mencionarte a varias personas que hicieron este click, como Jacob, Sansón, Jonás, David (algunos medio tarde, otros no), pero me gustaría que pienses en Pedro. Simón (Pedro) fue uno de los mejores amigos de Jesús, y aún así metió la pata una y otra vez. Tenía charlas, caminatas, mates y tiempos libres con Jesús…sin embargo la volvía a “embarrar”. Llegó un momento que su euforia lo llevó a prometerle a Jesús que el jamás lo iba a abandonar, aunque su vida dependiera de ello. Sin embargo horas después lo estaba insultando y jurando no conocerlo… él lo abandonó. Pero fue ahí que Simón entendió que necesitaba hacer un click, activar algo que estaba dormido, y esa mañana en la playa, él volvió a ir a su maestro y en esa playa. No hizo grandes pactos o promesas, solo le dijo: Amigo, Maestro, Señor…te amo! Hacé un click en mi vida.

                                                              Pasaron los años y Pedro habrá tenido victorias y derrotas, pero nunca más                                                                       volvió a ser Simón, sino que vivió una vida como Pedro.

                                                              Ahora, quizá ya hiciste un “click”, o estás en busca de hacerlo, bueno, tenés que                                                                saber algo. Tenés un enemigo letal en este proceso de hacerlo y vivirlo, y es el                                                                  acostumbramiento, el “aclimatarte”. ¿A qué se llama “aclimatarse”? Bueno, es el                                                                acostumbrarse o adaptarse gradualmente a una situación o ambiente que nos                                                                     resultan extraños o desagradables (definición de la RAE). Y justamente por eso es                                                               letal, porque no nos damos cuenta de esto, hasta que ya es muy tarde. Recuerdo                                                               que una vez en mi colegio vimos un experimento que consistía en colocar una                                                                   rana en un recipiente con agua fría y comenzar a calentarlo de a poco hasta que                                                                 el agua hervía. Lo increíble es que la rana que estaba dentro no notaba la                                                                         diferencia del cambio de temperatura y moría cocinada. Se iba acostumbrando                                                                   lentamente a esto, hasta que ya era tarde para reaccionar. Pero el experimento no terminaba ahí, sino que luego que el agua hervía, se arrojaba dentro una segunda rana. Esta, al tomar contacto con el agua, por simple reflejo, saltaba afuera de esta. Casi por efecto reflejo. ¿Por qué ocurría esto? Porque la rana detectaba el peligro, detectaba el cambio, reaccionaba (casi por reflejo incluso) ante aquello que no estaba bien para ella. Y es acá donde te pregunto ¿a que cosas malas, dañinas, tóxicas te estás acostumbrando? Como decía un gran predicador, uno no “cae en pecado” sino que vamos entrando lentamente en él, hasta que termina envuelto y enterrado en el mismo.

Ojo, no te engañes. Es verdad que el dejar de leer la biblia, de tener comunión con Dios, el dejar de pasar tiempo en su presencia charlando con él no te va a “matar” de un día a otro, pero si te va a ir aclimatando  poco a poco a un día a día sin su presencia. Y una vez que esto pase, ya sos presa fácil para el enemigo. Y seguramente te termines bajoneando por sentir que aquel encuentro con Dios fue solo un instante, cuando en verdad lo que pasó es que el alejarte de su presencia y comunión fue un proceso.

Entonces, te invito a que pienses hoy ¿Ya probé con hacer un click con Dios? Y en caso de que sí, ¿a que cosas dañinas me estoy acostumbrando y me están llevando de a poco a aclimatarme al pecado y a la mediocridad espiritual?

Recordá lo que Dios nos marcó: “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.” Romanos 12:2